90 años: La llama que no se apaga
10 de junio de 1935. Un hombre a punto de beber… no lo hace.
Otro que iba a rendirse… escucha.
Así nació Alcohólicos Anónimos. Sin bombos ni platillos. Sin discursos ni micrófonos. Solo dos almas rotas que, al hablar desde el fondo de su derrota, encontraron una chispa de algo que aún no tenía nombre, pero que terminaría salvando millones de vidas.
Hoy, noventa años después, seguimos vivos gracias a esa chispa.
No por nuestra fuerza.
No por nuestra inteligencia.
Sino por ese poder invisible que se manifiesta cada vez que una mano temblorosa se extiende… y otra la sostiene.
AA no es una organización común. No tiene líderes carismáticos, ni campañas publicitarias, ni promesas vacías. Su grandeza no está en sus cifras, sino en sus silencios: en la silla que hoy está ocupada por alguien que hace un mes dormía en la calle. En el café servido por el que hace un año intentó quitarse la vida. En el “buenas noches” que dice un padre que hace poco era un extraño para sus hijos.
Este programa, que no pide nada y lo da todo, ha hecho lo que ningún tratado médico ni ley ni castigo logró: abrirle la puerta al corazón del alcohólico… y decirle que no está solo.
No lo estuvo Bill.
No lo estuvo Bob.
No lo estás tú.
Hoy, los que seguimos respirando por gracia del programa, sabemos que no es un aniversario más. Es la prueba viviente de que el amor, cuando se practica con humildad, puede cambiar destinos.
A veces decimos que “AA no es para quienes lo necesitan, sino para quienes lo quieren”. Pero también es cierto que hay quienes lo quieren… y aún no saben que lo necesitan. Para ellos va este mensaje. Para los que están a oscuras. Para los que piensan que ya nada tiene sentido.
Aquí estamos.
Sin juicios.
Sin exigencias.
Con un solo requisito: que tengas el deseo de dejar la bebida.
Noventa años de milagros anónimos.
Noventa años de lágrimas convertidas en servicio.
Noventa años de amor sin nombre… pero con dirección: una sala de reuniones, una taza de café, y alguien que te espera.
Gracias, Alcohólicos Anónimos.
Por cada vida salvada.
Por cada abrazo que no se dio en vano.
Por enseñarnos que aún en las ruinas, florece la esperanza.
Notiárea 24 Horas, Área C3 Bogotá - Colombia, Junio 10 2025