8 oct 2025

Las 24 horas: el truco más poderoso de A.A.

A casi todos nos pasó: amanecer con la certeza de “no vuelvo a beber” y, al caer la tarde, sentir que la promesa se deshilacha. El problema no era la intención; era el tamaño del compromiso. Dejar “para siempre” se vuelve una montaña abstracta, tan enorme que el cerebro busca alivio inmediato y termina escogiendo el atajo conocido. Ahí entra el recurso más humilde y efectivo de A.A.: solo por hoy.

Por Alexandra P., Grupo X Convención.

“Solo por hoy” no es una frase bonita; es una forma práctica de pensar. Reduce el futuro a una medida humana: veinticuatro horas. Cuando el deseo de beber aparece esa mezcla de inquietud, ideas repetitivas y un apuro difícil de explicar la mente quiere soluciones rápidas. Si le decimos “nunca más”, se asusta. Si le decimos “hoy no”, se calma. No estamos negando el problema, lo estamos partiendo en porciones manejables.

Funciona también por otra razón: pone el foco en lo que sí podemos hacer. La obsesión por beber vive de anticipar escenas, justificar excepciones, negociar con mañana. “Solo por hoy” nos devuelve al terreno de lo concreto: un día de trabajo, una tarde con la familia, una caminata, una reunión. No hay que ganar una batalla épica; basta con atravesar estas horas con ayuda. Y, al terminar, descubrimos algo insospechado: sí era posible. Esa pequeña victoria construye la siguiente.

Quien ha probado este método sabe que no se trata de fuerza bruta. Es un cambio de estrategia. El impulso de beber suele subir y bajar como una ola; si nos quedamos acompañados, ocupamos las manos y hablamos con alguien del grupo, la cresta pasa. “Solo por hoy” es el puente que nos mantiene a salvo mientras la ola se disipa. No promete milagros, promete tiempo: el tiempo necesario para que la claridad regrese y podamos elegir mejor.

Hay días fáciles y días tercos. En los fáciles, el “solo por hoy” se siente casi natural; en los difíciles, se vuelve un salvavidas. Algunos lo repiten en la mañana, otros al mediodía, otros camino a una reunión. Y cada quien va descubriendo sus momentos críticos: después del trabajo, al cobrar, al pelear, al celebrar. El lema no cambia, porque no necesita cambiar. Lo que cambia es la práctica: hoy llamo antes de complicarme, hoy entro a la reunión aunque no tenga ganas, hoy me acuesto sobrio y agradecido.

Las Promesas de A.A. hablan de “nueva libertad y nueva felicidad”. Es curioso: no dicen “cuando pase tal cosa”, sino “veremos” esas cosas en la medida en que vivamos sobrios, un día a la vez. La libertad no llega al firmar un contrato para siempre; llega al comprobar que, por veinticuatro horas, la bebida dejó de mandar. Esa certeza tan sencilla y tan inmensa devuelve dignidad y abre espacio para lo demás: reparar lo que se rompió, aprender a estar en paz, ser útiles.

Si estás leyendo esto con dudas, alcanza con plantearlo así: ¿puedo darme la oportunidad de pasar hoy sin beber? No hace falta decidir toda la vida. Basta con probar veinticuatro horas distintas y ver qué cambia. Hay grupos, teléfonos, reuniones presenciales e híbridas dispuestas a acompañarte. Nadie te va a juzgar ni a pedirte credenciales. Solo te vamos a recordar, cada vez que haga falta, que la sobriedad se construye en presente.

Mañana, cuando amanezca, la frase seguirá ahí y tú también. Solo por hoy.

Tomado de: Intergrupos Ibagué

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